Su
paciencia, aparece una y otra vez, como su instrumento más
eficaz para orientarse en el insondable recorrido del sendero
de su frío y calculado existir. No se sabe si su sabiduría
es por su paciencia, dicen unos, o su paciencia es por su sabiduría,
opinan otros. En su vida de gobernante, fue odiado y vilipendiado
por unos, amado y aclamado por otros y al final de su carrera,
cortejado por todos.
El
pragmatismo, fue su ideología. La cortesía su distintivo.
La decencia su bandera. El arte de escuchar, su arma secreta.
El silencio su refugio. Los libros, sus amores. La palabra su
espada. La permanente lucha por la imposición de sus convicciones,
y la defensa de los intereses de su circulo intimo, el famoso
anillo del Dr. Balaguer, han sido sin duda, la rosa de los vientos
de sus decisiones.
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