LA
MUERTE COMO PASAJE A LA VIDA ETERNA
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Ángelus
del Vicario de Cristo el domingo
2 de noviembre 2003
El
Papa Wojtyla recuerdaba:
Después de celebrar ayer la solemnidad
de Todos los Santos, hoy, 2 de noviembre, nuestra
mirada orante se dirige a quienes han dejado este mundo
y esperan llegar a la ciudad celestial. Desde siempre
la Iglesia ha exhortado a orar por los difuntos.
Invita a los creyentes a considerar el misterio de la
muerte no como la última palabra sobre el destino
humano, sino como el paso a la vida eterna. "Al
deshacerse nuestra morada terrenal - leemos en el Prefacio
de hoy -, adquirimos una mansión eterna en el
cielo".
Es
importante y necesario orar por los difuntos, porque,
aunque hayan muerto en gracia y en amistad de Dios,
quizá necesiten aún una última
purificación para entrar en la alegría
del cielo
(cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1030).
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El sufragio por ellos se expresa de diversos
modos, entre los cuales figura también la visita
a los cementerios.
Visitar estos lugares sagrados constituye una ocasión
propicia para reflexionar sobre el sentido de la vida
terrena y para alimentar, al mismo tiempo, la esperanza
en la eternidad feliz del paraíso.
Que María, Puerta del cielo, nos ayude a recordar
y a no perder jamás de vista la patria celestial,
meta última de nuestra peregrinación aquí
en la tierra.
( Juan Pablo II - 02/11/2003 )
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