LA
MAQUINA DEL TIEMPO
Narración
Narración y adaptación literaria:
J. F. CAMO, Diciembre del 2004
Era una tarde de invierno, estaba
bien avanzada la hora y todo transcurría con absoluta normalidad. Los oficios
del día habían terminado desde hacía un buen rato, por lo que mi madre y yo hablábamos
de asuntos cotidianos mientras dábamos los últimos sorbitos saboreando una olorosa
infusión, bien caliente, de poleo y menta, cuando una llamada telefónica cortó nuestra
conversación. Había acontecido una emergencia en su trabajo y tenía que ir a
resolverla.
“No salgas y no te mojes, sabes que eres propensa a enfermarte con este
tiempo, dame un beso.” Fueron sus palabras de despedida.
La verdad es que me sentía, desde que me levanté por la mañana, un poco
“pachucha”. De pequeña era “de salud delicada” y continuamente me daban todo tipo de remedios y pócimas caseras “para subir las defensas”, “para abrir el
apetito” y “contra la anemia”. Tal vez por eso, ya adulta, no soy muy amiga de los medicamentos.
No tenia idea de qué podía hacer “solita
en la casa”, mis hermanos tardarían en llegar, el día estaba bastante nublado,
no podía salir y pronto empezaría a
oscurecer, por lo que me pareció la mejor opción echarme en el mullido sofá de
la sala de estar, a ver televisión.
Apenas había seleccionado uno de mis programas favoritos, recostándome
cómodamente entre los cojines, cuando empecé a experimentar un pesado letargo
que me obligó a cerrar los ojos, dejándome adormilada, presa de un contagioso
sopor, cuando, de repente, todo se
apagó. “¡Se fue la luz!”. Pensé incorporándome y permaneciendo sentada en el
borde del sofá, en posición expectante, pero sin poder ver absolutamente nada.
¡Tremendo apagón¡ Todo se quedó en la más
absoluta oscuridad y silencio, recorriéndome por todo el cuerpo un desagradable
escalofrío sepulcral.
Fue justo entonces, qué horror, cuando empezó a caer una fuerte lluvia, con
espeluznantes truenos y mucha brisa. La verdad es que me asusté mucho. La
situación me cogió de sorpresa y resultaba impactante. De repente todo eran tinieblas
y el conjunto de ruidos que producía aquélla lluvia torrencial era espantoso.
Intentando mantenerme calmada, me dirigí a pasos de ciego hacia la
cocina para buscar fósforos y velas.. “después encenderé
el candil”, pensé, mientras tanteaba dentro de las gavetas.
Pasaron apenas segundos -que me
parecieron muy largos…- pero, por mas que buscaba en todos sitios y rincones de
la cocina, ¡no encontraba fósforos por lado alguno¡
¡Ahora
sí que estaba realmente asustada¡ El miedo casi no me permitía reaccionar.
Intenté animarme a mí misma “Voy al colmado de
la esquina y consigo fósforos y velas. Allí habrá mas gente y se me pasará el
susto” pensaba casi balbuceando las palabras.
Tomada la decisión, me acordé de
los consejos de mi mamá y me dispongo a salir
valientemente hacia la habitación para buscar mi abrigo y la sombrilla cuando…!
¡Riiiing!
( suena el teléfono ) ¡Riiiing!.
¡Tremendo susto!.
Contesté, pero.¡solo lograba escuchar una respiración
extraña!
Salí corriendo, despavorida, para
la calle. Sin abrigo ni sombrilla. Me empapé en cuestión de segundos. La calle
estaba solitaria y oscura, llovía fuertemente pero, aun así, seguí a marcha
rápida, intentando llegar al punto iluminado más cercano, al colmado de la
esquina.
Estaba asustada y mojada,
sentía frío y todo empezó a parecerme algo surrealista. No sabía si venían de fuera
o de dentro de mi cabeza, pero escuchaba unas voces lejanas que repetían mi nombre una y otra vez. Aunque había
recorrido un buen trecho, no lograba ver ninguna luz ni cerca ni lejos. “Me
estoy alejando y no parece estar nada abierto” pensé. Me sentía muy mal. Paré,
giré 180 grados, tomé aire y empecé a correr de vuelta a casa para refugiarme.
Todo era tan extraño, ahora
las voces ya no se oían y, en cambio sentía como que alguien venía detrás de mi, persiguiéndome.
Completamente alterada,
por fin llegué a mi casa, abrí la puerta como pude y ¡ ay ¡, me sobresalté al ver una sombra que caminaba
lentamente, suspirando de alivio al darme cuenta de que se trataba de mi gato.
Subí a mi habitación, todavía embargada por la sensación de que
alguien me venía siguiendo. “Son alucinaciones mías porque soy miedosa, estoy
segura en casa, cuando pase el apagón y la lluvia, todo se verá de otra manera”
pensaba para confortarme, lo que no conseguía del todo. Me quité la ropa mojada, arrojándola sobre
una silla y me metí en la cama, acurrucándome, arropada de pies a cabeza.
Estaba todo muy, pero muy oscuro.
Los fuertes latidos de mi corazón y palpitaciones en las sienes se confundían
con mis entrecortados jadeos y el golpeteo de la fuerte lluvia contra todo lo
que encontraba en su estrepitosa caída. Mi mente flotaba en una especie de
limbo febril, sentí que tiritaba y unos escalofríos invadían todo mi cuerpo,
cuando, de repente, apareció un extraño
resplandor que iluminó todo el cuarto, al tiempo que se desvanecía totalmente
el frío y el miedo, dando paso a una maravillosa calma.
Una voz increíblemente
bella y armoniosa comenzó a sonar en mi interior “ No temas,
soy tu ángel de la guarda y he venido a darte un paseo en la máquina del tiempo
“
Asombrosamente tranquila,
dije en alta voz : ¿ ¡ como ¡¡ a lo que contestó: “
solo cierra tus ojos y piensa en algo hermoso “
Junté mis párpados, dejando que
mi imaginación hiciera el resto. De
repente me encontré en un lugar maravilloso lleno de flores y árboles cargados
de frutos, una hermosa llanura por la que serpenteaba un río de aguas
cristalinas lleno de arroyos y cascadas, todo tipo de animales y en medio de un
apacible lago donde paseaban los cisnes entre nenúfares y amapolas, un fabuloso
castillo de cristal del que salió la mas hermosa princesa que hubiera podido
jamás imaginar mente alguna.
Su vestido era de las más
finas y exóticas telas adornadas con gemas preciosas y bordados en hilo de plata
y oro, sus cabellos suaves como la seda, adornados con una diadema hecha de
jazmines, azucenas, heliotropos y coloridas bouganvilles , ojos azules como el mar, figura
de sirena de la mitología griega y aroma en su piel de la esencia misma de los
jardines del Edén.
La hermosa princesa estaba
rodeada, a su vez, de hermosas doncellas que me rodearon al tiempo que me daban
un cándido saludo entre graciosas risas,
en un tono lleno de amorosa felicidad. La princesa se acercó parándose
justo enfrente de mí. Cuando sus manos tomaron las mías, por momentos me dio la
extraña sensación de que teníamos algo en común…como si de la misma imagen
reflejada en un espejo se tratara.
El ángel de la guarda se
acercó a nosotras y sin mediar palabra alguna, colocó en mi dedo un precioso
anillo que quitó de su dedo. Su manos eran idénticas a las mía pero más
delicadas y suaves, como las de una tierna niña.
La princesa me miró
sonriendo… y se alejó, como flotando, con su cortejo…
¡Aquello
era algo indescriptible. Jamás había visto algo tan hermoso como aquel lugar tan
lleno de paz y alegría. El ángel, la princesa, las damas. Nadie me lo iba a
creer!
Sentí que quería estar allí por siempre, por
lo que le pregunté al ángel si podía
quedarme, a lo que contestó: “no, aún tienes mandatos que cumplir en la
tierra para poder volver para siempre “
¿Y como regreso a casa? ¿Vendrás conmigo?
“No, tendrás que hacerlo
tu sola, sólo piensa en tu hogar“
“Pero ¿cómo…, cuándo…?”
“Para que lo entiendas a
tu manera, imagínate una máquina del tiempo, una máquina para la que no existen
límites, que te puede trasladar de un
tiempo a otro tiempo, de una época a otra, incluso de un mundo a otro mundo… “
¿Una máquina del tiempo ? ¡ Uf ¡ qué cosas, menos me lo van a creer ¡
No sabía realmente qué
decir, ni qué pensar, todo era tan
extraño, tan increíblemente real e irreal al mismo tiempo…
Cerré los ojos y pensé en mi hogar, mi mamá, mis
hermanos, mi cuarto, mi cama. Abro mis ojos, apenas un poco, encandilada… ¡ ¿desperté? ¡ ¡ Estoy
en casa ! me disponía a gritar…¡ Maaaa…! Mi mamá se
encontraba a mi lado.
Era de día, el sol
brillaba esplendorosamente entrando sus rayos como espadas de luz por la
ventana. Por su altura debía ser algo tarde, tal vez las 10 o las 11 de la
mañana. Me encontraba en mi cama y mi mama estaba sentada en mi regazo,
tomándome de la mano y sonriéndome dulcemente al tiempo que me palpaba la
frente meciéndome el cabello.
“Buenos días, hija, ya te
ves mejor, gracias a Dios”. “Buenos días, mamá”, respondí entrecortadamente.
Le apreté su entrañable y
siempre tibia mano y con la voz algo
trasnochada le conté emocionada, pero pausadamente y con todo lujo de detalles,
la increíble historia que me había sucedido.
“No digas tonterías, ha
de ser por la fiebre. Cuando llegué
estabas dormida, ardiendo en
fiebre y no quise despertarte. Estarías soñando disparates”
Por cierto, ¿de donde
sacaste este anillo tan raro? No te lo había visto antes, es muy bonito.
Aunque mi mama no creyó mi historia, el caso
es que en mi dedo aun conservo el hermoso anillo principesco que me regaló mi ángel
de la guarda cuando me llevó a aquel increíble lugar a través de la máquina del
tiempo.
Pienso que en alguna
parte existe, existirá o debería existir una máquina así… aunque pueda que
todavía no haya llegado el momento…que no estemos preparados o, simplemente, que
los hechos que cuento en esta narración no hayan pasado…!
Aún ¡
La respuesta puede que esté
perdida en algún lugar, me imagino que en el mismo donde está mi máquina del
tiempo.
¿Y si es todo lo
contrario? ¿Si estoy aquí enviada por la máquina del tiempo, desde allá?
Me pregunto: ¿Con qué
encantamiento desterrarán a las princesas del Mundo de los Sueños?
Podría ser enviándolas
en forma de una muchacha humilde…