Nadie lo sabe, pero digamos que el primero fue Noé con su familia. Un crucero en un mar en tempestad, de 40 días y 40 noches, sin mucho confort y un fin no propiamente bueno. Después, fueron otros turistas: Los fenicios, los romanos, los celtas, los hunos dirigidos por Atila, los mongoles de Gengis Kan, los vikingos, las Cruzadas y los árabes. Eran turistas particulares, que para visitar un país debían declarar la guerra.

Ahora, que guste o no, el turismo según el Consejo Mundial de viajes y turismo, emplea más de 250 millones de personas y es la segunda industria del mundo, previendo un crecimiento anual del 6%, en el 2005 será la actividad más importante del mundo. No hay dudas de que el turismo tiene lados negativos: Donde llega el turismo aumenta la prostitución; se introducen: El juego de azar, el consumismo y el gusto como único fin de vida. La cultura local no siempre está enriquecida positivamente. Pero también es verdad que tiene lados positivos. La gente necesita vacaciones y nada es más saludable que cambiar de lugar. Viajando se obtiene también un enriquecimiento cultural y espiritual, entrando en contacto con el arte, la naturaleza y usos y costumbres de los pueblos visitados. En cuanto concierne a la República Dominicana el flujo turístico genera un ingreso de aproximadamente 2 millones de turistas, con negocios aproximados a 150 millones de dólares, empleando en todas las actividades económicas cerca de 150 mil personas. La creciente demanda ha acelerado la construcción, por tanto la disponibilidad actual es de 36,000 habitaciones, llegando a 50,000 para el 2002 y 90,000 para el 2008.

Santo Domingo, además, tiene muchas iglesias y santuarios marianos dignos de captar un flujo mayor de turistas en peregrinación.