El
67% del territorio nacional debería estar cubierto por
algún tipo de bosque, lo que indica que no poseemos ni
la tercera parte del bosque que el país debe tener.
El
flagelo de los incendios forestales continúa afectando
centenares de miles de hectáreas de bosques, deteriorando
su calidad, reduciendo su capacidad protectora, e imprimiendo
graves daños a la biodiversidad.
No existe un punto de la geografía dominicana que no esté
amenazado por la deforestación. Causada en gran parte por
la agricultura itinerante, los incendios forestales, la producción
de carbón y leña, la ganadería y los cortes
clandestinos.
Las
posibilidades de desarrollo del país están seriamente
amenazadas por el mal uso de la tierra y la deforestación.
Se ha ignorado al bosque como un factor de crecimiento económico,
sin tomar en cuenta que la destrucción del mismo afecta
la capacidad productiva de la tierra; la producción de
alimentos básicos, como la habichuela y los tubérculos,
que se cultivan en una proporción significativa en terrenos
de montañas.
El
grave problema de la deforestación, por la importancia
trascendental que reviste necesita una solución en conjunto
donde todos estamos en el deber de colaborar con el medio ambiente
que nos da sus frutos, e inducir a otras personas a que también
contribuyan a este gran reto nacional.
Debemos
decidir si BOSQUE o DESIERTO.
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