Gregorio
Luperón, nació el 8 de septiembre de 1839, hijo
de Pedro Castellanos y Nicolasa Duperón (apellido francés
que luego se convirtió en Luperón), mujer vigorosa,
trabajadora infatigable, sostén del hogar de quien aprendió
Gregorio, el amor al trabajo responsable y honesto, así
como su fuerza y valor ante los afanes del diario vivir.
El misionero protestante William Towler, le enseñó
las primeras letras, le infundió el hábito por
la lectura y despertó en él su capacidad comprensiva
que le ayudaron a alcanzar una amplia cultura universal y nacional.
Desarrolló su liderazgo, su gran resistencia física
y el carismático don de mando trabajando como capataz
en una hacienda en Jamao, propiedad del francés don Pedro
Eduardo Duboq; cualidades que le favorecieron en sus posteriores
hazañas militares y políticas como defensor de
los ideales patrios.
La vida militar de Gregorio Luperón, se inicia cuando
fue escogido para el puesto de comandante auxiliar en la Cantonal
de Rincón donde manifiesta su carácter enérgico
y disciplinado.
La anexión de la República Dominicana a España
proclamada por el presidente Pedro Santana el 18 de marzo de
1861, las protestas del pueblo frente a este acontecimiento,
su amor al suelo patrio y a la libertad le impulsan a mostrar
su oposición y toma la firme decisión de unirse
a las acciones conspirativas contra el gobierno español.
En Puerto Plata fue encarcelado, se escapa y perseguido pasó
a Haití, luego a México y después a Estados
Unidos. Consigue entrar clandestinamente al país en febrero
de 1863. A su llegada se une al movimiento contra la anexión
organizado por los pueblos del Cibao que se concreta con el
inicio de la Gesta Restauradora el 16 de agosto de 1863; siendo
reconocido como General por su magnetismo, su capacidad y sagacidad
militar y nombrado jefe superior de operaciones en la zona de
Santo Domingo por el gobierno provisional.
En esta misión se enfrenta a las tropas españolas
comandadas por Pedro Santana, logra su cometido haciendo retroceder
el ejército español y mantener triunfante la Bandera
Nacional en el Noroeste del país, gracias a su patriotismo
y valentía.
Sus hazañas militares unidas a su amor por la libertad
y el derecho del pueblo a la sobe-ranía, revestido de
ideales puros y nobles, alejados de bajas pasiones y glorias
personales le ganaron muchos enemigos aún en el seno
del gobierno restaurador, no obstante continuó en pos
de su ideal:
“ Unión, independencia, libertad o muerte ”.
Al lograr el pueblo dominicano restaurar la República
y el retiro de las tropas españolas, comienza un período
histórico que se conoce come Segunda República
a partir de 1865, período caracterizado por crisis económicas,
políticas y sociales.
Gregorio Luperón, tuvo que enfrentar las ambiciones de
poder de los antiguos restauradores, las luchas internas, combatiendo
con arrojo cualquier medida política tendente a lesionar
la soberanía nacional. Así lo vemos rechazar nombramientos
y honores si estos representaban menoscabo de los principios
nacionalistas que defendió con alma y corazón.
Por circunstancias históricas, Gregorio Luperón,
tuvo que volver a enfrentar con valor revolucionario los intereses
políticos de hombres que como, Buenaventura Báez,
trabajaron incesantemente por quebrantar la integridad nacional.
En 1866 y luego durante el gobierno de los Seis Años
de Báez (1868-1876) se enfrentó Luperón
a Báez con el propósito de detener las negociaciones
de arrendamiento de la bahía de Samaná y su gestión
por anexionar el país a los Estados Unidos de Norteamérica.
Este es el momento de la vida de Luperón, más
dramático y emocionante de defensa del nacionalismo y
enfrentamiento de las ideas anexionistas y las ambiciones imperialistas
de gobiernos extranjeros.
En toda la República Dominicana y en el exterior, Luperón,
simbolizaba las “fuerzas patrióticas nacionales”.
Para combatir al gobierno de Buenaventura Báez, busca
apoyo en las antillas hermanas, en países latinoamericanos
y en el corazón de los nacionalistas.
El general Gregorio Luperón, combatió con las
armas el gobierno de Báez, enfrentándolo y atacando
los puertos principales del Norte y Sur del país al mando
del vapor “El Telégrafo” llegandos apoderarse
de la ciudad de Samaná con la finalidad de impedir a
toda costa las actividades antinacionales de Báez de
“ americanizar el país con la venta de Samaná
“. Por estas hazañas militares fue declarado
fuera de la ley por el gobierno de Báez, perseguido por
buques militares norteamericanos y secuestrada la embarcación
por ingleses al considerar a Luperón, un pirata.
Aunque la expedición de “El Telégrafo”
no dió los beneficios deseados, sí causó un fuerte impacto en la conciencia dominicana.
Alcanzado el objetivo de deponer a Buenaventura Báez,
del poder y después de enfrentar múltiples momentos
donde las ambiciones y la traición a los ideales nacionalistas
caracterizó a diferentes gobiernos dominicanos desde
1876; es en 1879 que Luperón, asume el poder político,
teniendo la oportunidad de instaurar un régimen democrático,
tomando medidas que favorecían el desarrollo del país.
Le sucede en el gobierno el padre Fernando Arturo de Meriño,
a quien confió Luperón, el bienestar de la nación
por considerarlo hombre de carácter, cultura y patriotismo
que continuaría las reformas que inició el gobierno
liberal de Gregorio Luperón.
Luperón, fue designado como Enviado Extraordinario y
Ministro Plenipotenciario en Europa donde continuó manifestando
su gran amor a la patria; promocionando acciones de desarrollo
como fue la instalación del primer cable trasatlántico,
buscó nuevos mercados a los productos agrícolas
y gestionó la reducción a la deuda externa contraída
por los gobiernos de Báez.
Regresa al país en el momento de nuevas elecciones obteniendo
la presidencia Ulises Heureaux (Lilís).
A partir de 1882 y al consolidarse Heureaux, en el poder con
un régimen dictatorial, corrupto y antagónico
con los valores y principios del Partido Nacional decide salir
del país fijando su residencia en Saint Thomas.
Desde el exilio, su protesta contra el régimen de Heureaux,
se hace sentir, con escaso respaldo económico para una
expedición revolucionaria, tuvo que limitar su lucha
a la propaganda y a mantener la esperanza en el pueblo dominicano.
En esta isla escribe sus obras “Notas Autobiográficas
y Apuntes Históricos sobre la República Dominicana“.
Afectado de una enfermedad incurable el presidente Heureaux,
fue a visitarlo y lo invita a regresar al país, a lo
que accedió Luperón conciente de la cercanía
de su muerte. Embargado de gran nostalgia por su amada patria
llegó a Puerto Plata y a las pocas semanas muere el 20
de mayo de 1897, recibiendo honrosa sepultura el día
21.
Secretaría
de Estado de Educación y Cultura - Dirección General
de Cultura. Autora: Licda. Yrma M. Stamers. Revisión:
Dra. Celsa Albert Batista.