La
concordia social.
Debemos ser unidos y hallarnos dispuestos al sacrificio, si
es necesario, para evitar la discordia.
La fraternidad racial. Los dominicanos de todas las razas
deben considerarse como hermanos y entre ellos no deben existir
prejuicios de raza o clase.
La justicia social. La justicia es el primer deber del
hombre y el fundamento de la felicidad social.
La unión de clases. Todas las clases sociales
deben convivir en armonía y nunca debe existir una clase
que tenga privilegios políticos o económicos,
porque éso va en contra de la fraternidad racial y la
justicia social.
El respeto a la ley. La ley es la regla a la cual deben
acomodar sus actos tanto los gobernantes como los gobernados
y debe ser protectora de la propiedad, la vida, la libertad
y el honor.
La honestidad política. Las cosas del Estado deben
manejarse con honradez y la política debe ejercerse con
desinterés económico, justicia y patriotismo.
El amor a la libertad. La libertad debe ser amada de
tal modo que nos sintamos obligados a vivir en el pensamiento
y en la acción, considerándola como lo más
preciado de la vida.
El amor a la patria. La patria debe ser amada con amor
invariable, con entrega total y con el absoluto empeño
de beneficiarla en todo lo posible.
La fe en el pueblo. Debemos tener fe absoluta en nuestro
pueblo y poseer la convicción, de que a pesar de sus
defectos, tiene cualidades que pueden convertirlo en un gran
pueblo, que gobernándose con acierto, puede llegar a
ser el dueño de su propio destino.
La integridad nacional. Jamás debemos permitir
que ninguna porción de nuestro territorio sea cedida
a ninguna nación extranjera ni debemos aceptar gobiernos
que no sean nuestros o que sean de imposición extraña.