Declarada
por monseñor Adolfo Alejandro Nouel, el 15 de Agosto 1922,
en la Puerta del Conde o Baluarte 27 de Febrero.
Nuestra
Señora de La Altagracia
El 21 de enero es consagrado día de fiesta por ley
del Congreso el 28.11.1924; y día de precepto con autorización
papal el 31.10.1927. Pocos
años después de la fundación de la villa
de Salvaleón de Higüey (fundada aprox. en 1506), vivía
en el lugar una familia española ejemplar y muy cristiana.
El padre hacía viajes frecuentes a la ciudad de Santo Domingo,
donde realizaba sus operaciones comerciales. Aquellos viajes eran
aprovechados por toda la familia para hacer sus encargos. La menor
de las hijas era como un ángel. Su mayor atracción
estaba en las obras piadosas y dedicaba gran parte del tiempo
a sus oraciones.
En esa ocasión a la hora de los encargos la niña,
que pocas veces pedía, iluminada por una inspiración,
le dice al padre: “Papá, voy a hacerte un encargo
que espero no dejarás de cumplir, tráeme la imagen
de la Virgen María bajo la advocación de Altagracia.
Mira, papá no dejes de traérmela porque esta imagen
de la Virgen la he visto en sueños y repetidamente me ha
dicho que me protege a mí, a mi familia, a todos los moradores
de este lugar y a todos los que habitan y habitarán en
la isla. Búscala papá, que es hermosa, muy hermosa
y ha de ser lo más hermoso que habrá en todo este
lugar. Si la traes, yo seré feliz...”
El padre sorprendido, temió que su hija menor estuviese
perdiendo la razón, pero las palabras e insistencia de
la niña le devolvieron la tranquilidad.
Así emprendió el viaje lleno de fe. Hizo todo tipo
de diligencias para adquirir la imagen solicitada sin obtener
ninguna información. Al cabo de dos días de viaje
se detuvo en una posada del camino para pasar la noche, y allí
expresó su pena por no encontrar el encargo de su hija,“ella
que nunca pide nada, y lo que me ha encargado no he podido conseguir”.
Esto lo escuchó un anciano que estaba en el lugar, quien
acercándose le dijo, “pues, aquí tiene
usted su encargo, esta es la Virgen de la Altagracia. Llévela
a su hija, que esta imagen de la Virgen será siempre la
señal definitiva de la protección de María
a los habitantes de esta isla”. Y entregándosela
en un lienzo enrollado, el anciano desapareció.
Al
llegar el padre, como de costumbre, salieron a su encuentro; inmediatamente
la niña percibió el júbilo en el rostro paterno
y radiante de alegría vio la realización de su anhelo,
una Virgen en el grandioso momento de alumbramiento, una representación
feliz del ministerio de la Maternidad Divina de María.”¡
Esta es la Alta Gracia ! la misma Virgen que conocía antes
de verla”, exclamó la niña,
al momento que le imprimía un beso de amor. No tardó
en divulgarse la noticia de la bella imagen. Un hecho inesperado
aconteció uno de esos primeros días, la imagen aún
estando bien custodiada desapareció de la casa, y fue encontrada
en lo alto de un copudo naranjo que era visible desde todo el
caserío y aquel naranjo que no florecía, en aquella
ocasión floreció copiosamente. La imagen fue regresada
a la casa, y otra vez el prodigio se repitió.
Así que erigieron una nueva ermita junto al naranjo, lugar
escogido por el cielo. Desde entonces en ese lugar se venera a
la Virgen de La Altagracia. La llegada del cuadro a la isla está
todavía hundida en el misterio. La imagen se conserva en
la Basílica de Higüey. |