Declarada
en el año 1616.
Nuestra
Señora de Las Mercedes
La
historia se remonta al 14 y 15 de marzo del 1495, sobre un alto
cerro a 5 Km de La Vega Real.
Al regreso de Colón luego de su viaje donde descubrió
Cuba y Jamaica, encontró que el panorama estaba alborotado
debido a las violaciones y robos cometidos por los suyos. De
los cinco soberanos de la isla, Guacanagarí, cacique
de Marién, quedaba amigo; Caonabo, cacique de la Maguana,
enemigo encarnizado; Guarionex, Bohechío e Cayacoa, caciques
de Maguá, de Jaragua e Higüey, titubeaban entre
el temor a los españoles y el furor de Caonabo. Para
la pacificación de la isla Colón nombró
a Alonso Ojeda, que hizo preso a Caonabo.
Por lo que una coalición entre los caciques, comandados
por Maniocatex, hermano de Caonabo, aglomeró un inmenso
ejército de indios en La Vega Real, para destruir las
fortalezas y atacar la Isabela.
Ante tal noticia, Colón se dispuso a combatirlos. Al
llegar al lugar colocó, como de costumbre, una cruz de
dos metros en el centro del cerro, improvisada con dos ramas
de níspero. Los españoles eran tan pocos que necesitarían
un milagro para detener a tanta muchedumbre (españoles
220, indios aprox. 30,000). Cuentan que al llegar los indígenas
y ver la cruz, la atacaron directamente, ubicando que el poder
de los españoles se derivaba de ella. Así intentaron
destruirla, arrimando leña para quemarla e intentando
cortar con sus hachas de piedra, que al primer golpe se quebraban.
Los españoles aprovechando la distracción se ubicaron
en el otro cerro contiguo a pasar la noche, lo que aprovechó
Colón para convocar un consejo de capitanes y deliberar
que hacer...
En ese crítico momento se levantó el padre fray
Juan Infante, religioso de la Orden de la Merced y confesor
del Almirante:
“Yo soy del parecer, que ni huyamos, ni nos estemos
quietos sino que acometamos a nuestros enemigos. Lo que importa
es implorar el auxilio de nuestra Señora de la Merced”.
Luego
de tan enérgicas palabras al siguiente día se
dió la batalla, y no valió la heroicidad de algunos
indios, ni el sacrificio de mil vidas que se opusieron a detener
el curso de la victoria. Los españoles no pudieron menos
que reconocer en este suceso, la interposición de un
milagro, y llenos de regocijo y de sentimiento religioso, se
reunieron a dar gracias a la Virgen.
Desde entonces Nuestra Señora de Las Mercedes es venerada
en el Santo Cerro, primer santuario mariano de América,
establecido por indicación del mismo Cristóbal
Colón, quien indicó en su testamento que se hiciera
esta iglesia.
De inmediato surgió esta devoción por Nuestra
Señora de Las Mercedes y la Santa Cruz de La Vega. Esta
Cruz se hizo famosa por los prodigios concedidos en todo el
país.
Y lleva el nombre de Santa Reliquia.